“¿Dos bolsas?”
El tipo
duro quemado de rayos estivales rebotados en chapa hace la pregunta. El joven
para de inmediato y se da vuelta para mirar.
“¿Dos?”
El tipo
duro salta de la caja de la camioneta oxidada que lleva y trae casas hechas
puzzle. Sus zapatos son demasiado amarillos y tienen suelas gruesas de martillo
y las puntas durísimas, quizás para dar puntapiés.
“Vení”
La voz del
tipo suena cansada y tiene gusto a mate. El joven carga dos bolsas apiladas con
los brazos en ángulo recto y la espalda como el campanero de Notre Dame.
“¿Sí?”
El joven
sube las cejas con cara de ni-idea.
Sus alpargatas alguna vez fueron blancas.
El tipo se
acerca y transgrede sólo un par de milímetros la burbuja virtual del espacio
personal del joven. Con eso basta.
“Hemos
luchado incansablemente…”
Lo dice y
se saca el casco demasiado amarillo.
Las suelas
gruesas son para pisar clavos.
De adentro
del casco saca un paquetito de tabaco Cerrito con gusto a lentejas. Vuelve el
sombrero rígido a su cabeza.
“…para
bajar el peso de la bolsa de portland. Antes la bolsa de portland pesaba 50
quilos. ¿Sabés cuánto es eso? Lo que tenés en los brazos”.
Tomó un
montoncito de tabaco rubio y lo esparció a lo largo de la hojilla amarillenta.
El viento se llevó algunas hebras. Las bolsas del joven y la hojilla del tipo
temblaban un poco.
El
campanero de Notre Dame tiene una joroba.
“Gracias a
la lucha de los compañeros, las bolsas ahora son de 25 quilos”.
Dicen que
el tabaco viejo tiene gusto a lentejas.
Una gota
saltó de la frente del joven.
“¿Y vos querés volver atrás?”
Paseó la
lengua por el papelito y lo enrolló y se puso el cigarrillo en los labios y
dejó caer su mano pesada de sindicato sobre las bolsas del joven.
Las bolsas
caen sobre los pies del joven y le inyectan sangre debajo de las uñas.
“¡Las bolsas de a una, carajo!”
Prendió el
cigarro entre índice y pulgar con el rostro contraído de tipo duro.
“Te viá’ pegar
en la boca…” murmuró con los labios casi pegados cuando se iba.
Las puntas
duras de los zapatos amarillos son para prevenir uñas negras.
Me gustó mucho, mucho. Aguanten los blogs, ese lugar para escribir por escribir. "Yo solo escribo por plata", me dijo una vez una compañera de laburo cuando le pregunté si por casualidad tenía un blog. Ella se lo pierde :)
ResponderBorrar